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Channel: Los lunes que te debo
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BRATISLAVA

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Nos separan dos mesas. Dieciséis tubos de cerveza vacíos, dos tazas de café, una pareja de ancianos que, por lo visto, sí cumplieron sus promesas. Aproximadamente tres metros y veinte centímetros.

Hace diez años que no te veía. Para ser exactos: nueve años, doscientos quince días y una hora. Lo acabo de calcular en una servilleta.

No sé si no me has reconocido o si estás dispuesta a llevarte otro Óscar: el de mejor actriz que ha pasado por mi vida. (Fue una película muy triste, por cierto). Yo me di cuenta de que eras tú incluso antes de que lo fueras. Como si fuera posible la herida antes del golpe. Como si una bala con tu nombre hubiera silbado por el aire antes de que tu imagen me jodiera el peinado.

Irene piensa que es ansiedad. No sospecha que es un fantasma. De hecho, Irene no cree en los fantasmas.

Cuántas veces sentí orgullo por la melodía de tu risa, y ahora que no soy yo quien la provoca, la escucho tan desafinada, que la odio. Supongo que eso pasa con las canciones: solo se pueden bailar si eres capaz de seguir el ritmo.

Supongo que el chico que ahora baila en tu risa es tu novio. Además, te agarra como si fueras un globo. Sois cuatro parejas, y el único que mantiene el roce es él. Intuyo que ya ha tropezado en algún acorde, y que conoce el ruido que hace el silencio cuando tú no lo rompes

Me gustaría decirle que la canción no acaba nunca. Que cuando te vayas —porque te irás—, la canción seguirá ahí, en su cabeza. Que lo que de verdad te llevas tú es la música.




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