El olor después del sexo.
Tu cara de culpa.
Tus manos limpiándose la boca
como quien se ha comido
el último helado de la caja.
El cuarto mensaje de tu novio.
El este será la última vez
como si en lugar de orgasmos
hubiera sido resaca.
Tu hasta nunca al cerrar la puerta,
tu mientras tanto al tocar el timbre.
Tu falda innecesariamente corta,
tu blusa desabrochada a conciencia.
El amor dando tumbos por la habitación
como un niño que empieza a caminar.
Tu nombre en mi boca
poniéndole un precio a tu alma.
El eco de tu gemido
como una manada de elefantes
huyendo del fuego.
Lo bonita que estás cuando te pones tan puta,
lo puto que soy cuando estás tan bonita.
Tus piernas abiertas como un bar de madrugada,
las cosquillas que tienes en la punta de mi lengua.
La risa frágil como el papel de regalo,
el diablo aplaudiendo a los pies de la cama,
mi ateísmo perdiendo el equilibrio por cada beso en la boca.
Tu móvil sonando, poniéndole la misma banda sonora
al mismo pecado.
Mi te quiero en silencio
tu te odio a alaridos.
Tu coño,
tu bendito coño brillando
como los ojos de un gato en un callejón oscuro,
tu verbo cruel pidiendo indecencia,
mis jodidos sinónimos de la palabra injusta.
Lo que callo.
Lo que mientes.
Las promesas vacías como una playa en invierno.
Tu hasta nunca al cerrar la puerta.
Mi impaciencia a que suene el timbre.